Mi querido Iñaki Gabilondo, bien sabe Dios que sus ideales son completamente afines a los míos y que le profeso a usted una gran admiración por toda la labor periodística que ha ejercido. Sin embargo, llevo ya un tiempo mosca con su vicio izquierdista expuesto con gran opulencia en La Opinión de Iñaki Gabilondo, y me he ido mordiendo la lengua para no terminar calumniando en su contra, hecho que me hubiera herido profundamente en el alma. Pero no puedo más. Mi querido Iñaki, acomodado en la mecedora de PRISA, cariñosamente acunado, primero por Ser y ahora por Cuatro, usted se ha ido sumiendo en un dulce letargo que le aleja de la realidad, le obliga a ver con ojos partidistas y le impide hablar con el idioma de la información. El jefe de informativos de una cadena televisiva no puede permitirse jamás caer en el entramado de la opinión. Ser públicamente de izquierdas o de derechas es un lujo solo permitido a políticos y tertulianos de mayor o menor alboroto. Cede usted a la argucia tejida por aquellos a los que tan efusivamente critica. El Partido Popular con sus lacayos, la COPE, con Losantos como enfant terrible o El Mundo, con su sargento de hierro Pedro J. Ramírez. Son ya reos de sus palabras, prisioneros de sus mentiras. Mi querido Iñaki, deje usted este juego endiablado y vuelva a la dignidad informativa, terreno en el que el combatir al talibanismo noticiario se vuelve honrado y verdaderamente periodístico.
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