domingo, 1 de junio de 2008
Totes han de ser Chacón
El pedo de mear
Así de descansados deben de haberse quedado esta noche los ciudadanos de Londres, después de la gran actuación que ayer regalaron a las instalaciones de metro de la ciudad. Tal como reza el título de esta humilde columna, el pedo de mear es aquel que se deja escapar durante la micción, y deja descansado al sujeto que se había esforzado en contenerlo durante horas, para no ofender a quienes estaban a su lado. Después de tal relajación, la red de trenes subterránea de la capital inglesa ha amanecido llena de orines, malos olores y completamente destrozada.
El motivo de tal descalabro higiénico y material, aparte del incivismo evidente (y a mi gusto exagerado) que se percibe, lo encontramos en la nueva ley impulsada por el alcalde de la ciudad, Boris Johnson. Dicha ley prohíbe a partir de hoy llevar alcohol en los trenes y autobuses. Y Londres en pleno se coordinó ayer para recibir con alegre borrachera la entrada de esta ley seca ferroviaria. Si vas a quitarnos lo que más nos gusta, al menos esta noche nos quedaremos descansados. Y vaya si lo hicieron. El resultado: la cancelación del metro y la detención de 17 personas, según el balance confirmado por los servicios del Transporte de Londres.
El pedo de mear. La paradoja de la prohibición: Cuánto menos podemos hacerlo, más ganas tenemos. Quedarnos descansados. Debería aprender Johnson esta valiosa lección. Y con él, los demás gatos políticos que nos mandan. En Barcelona ya se quisieron erradicar en su momento los botellones en las calles, y ahora más que nunca, por doquier se celebran cada noche en el Raval, Gracia o Ciutat Vella. En Girona, mi hogar, la alcaldesa Anna Pagans planeó una caza y captura de los transeúntes que fumaban marihuana asiduamente en el Barri Vell. Y desde entonces no dejan de aparecerse como setas en otros lados. Es naturaleza humana.
Deberían pensar en la posibilidad de no coartar demasiado la libertad del ciudadano. Porque seguramente vaya a ser peor el remedio que la enfermedad. No es una alegoría a las drogas, entiéndanme. Hay que condenar lo sucedido ayer en Londres. Simplemente es la humilde opinión de alguien que no le gusta mear.